Ir al contenido principal

El G20 para la Argentina



En 2008 la economía de Estados Unidos mostró sus límites con el derrumbe de antiguos bancos de inversión y grupos hipotecarios. Ahí comenzó una crisis de escala mundial. Entonces el presidente George W. Bush convoca a los primeros mandatarios de las más diversas naciones para ver si, creando una nueva receta, no se volvían a quemar las papas del horno. El llamado incluía a aquellos países, que el G7 había decidido incorporar en 1999, a un tal G20. La excusa era que nadie estaba exento de futuras catástrofes y había que consensuar un nuevo orden económico mundial.

Ese año Argentina estaba contentísima por una situación que hacía mucho tiempo no tenía: desendeudada y con gran liquidez gracias al aumento de los precios de los commodities. El Consenso de Washington había quedado en el olvido. Junto con algunos Estados de la región estábamos embarcados en un nuevo proceso de integración política, económica y comercial que nos generaría mayor autonomía. Justamente frente a los mismos que nos llamaban para idear una nueva receta.

¿Por qué Argentina se tenía que sentar con países muy diferentes a debatir sobre la necesidad de un nuevo orden económico? ¿Con que interés o porque motivo debíamos ser solidarios con estas potencias en crisis? Entonces, sobrevolaba una idea: en cualquier momento las papas se nos podían quemar a nosotros.

Pasaron diez años. En 2018  Argentina vuelve a verse vulnerable como la periferia subdesarrollada que siempre fue. Y lo que es peor aún, parece haber perdido la memoria de que la especulación del mercado financiero provocó en parte la última gran crisis de 2001. Además simula no ver que el orden internacional tiene nuevos pilares. Hoy como siempre, pero principalmente como en los viejos tiempos, las reglas las pone el más fuerte.

Para Trump lo primero es la economía, por sobre el cambio climático, por sobre los derechos humanos, por sobre lo que se interponga en el camino. Luego le siguen los países que forman parte de su “esfera de interés”, con los cuales trata de manera bilateral. El multilateralismo… ¿Qué era el multilateralismo para Trump?

Nuestro canciller Jorge Faurie repite a cada rato “Reafirmamos el respaldo al multilateralismo”. Pero no es un problema exclusivamente argento. Los miembros de la Unión Europea están más o menos igual. En cada discurso que pueden recuerdan lo importante que es actuar en conjunto. El desmembramiento de una organización que les llevó más de 70 años construir no es chiste.

Los latinoamericanos: Brasil y México

Nuestros aliados del G20 más cercanos deberían ser sin dudarlo: Brasil y México. Los únicos integrantes latinoamericanos del organismo tendrían que definir una agenda regional común para aumentar su poder de negociación. Pero es más lo que los separa, que lo que los une. Actualmente ninguno tiene el interés puesto en el G20. Ambos están iniciando un nuevo ciclo político que tendrá consecuencias totalmente desconocidas para la región como no pasaba en mucho tiempo.

México se encuentra en plena asunción de mando de Andrés Manuel López Obrador (que tomo el cargo justo el 1 de diciembre) y la cumbre de Buenos Aires fue la última actividad como mandatario de Enrique Peña Nieto. En cuanto a Brasil, tendrá nuevo presidente en un mes (Bolsonaro asume el 1 de enero). El canciller de Itamaraty será Ernesto Araujo, un diplomático muy crítico de la globalización y de las instituciones multilaterales.

Argentina, como siempre, sin política de Estado

En 2015, en la Cumbre de Brisbane, Argentina logró incorporar al debate y a la declaración final un asunto muy sensible para los países en desarrollo: la reestructuración de las deudas soberanas y los “fondos buitres”. Fue un momento histórico clave porque el mismo G20 había tomado a esta propuesta como un avance “para reforzar los límites a la disciplina y la predictibilidad de los procesos de reestructuración de la deuda soberana”.

Se trató de un esfuerzo que fue tirado por la borda un año después. En 2016, Mauricio Macri acuerda con los “fondos buitres”. Entonces nuestra credibilidad como Estado soberano se devalúa como nuestra moneda. Hoy Argentina tiene una política exterior que una vez más, como tantas en nuestra historia, volvió a perder autonomía.

El mundo cambió demasiado en no mucho tiempo. El G20 ya no busca grandes acuerdos colectivos como en un principio. No sólo es culpa de Trump que ni siquiera quiso exponerse en la única instancia que tenían los Jefes de Estado para verse las caras a solas. Este año también se le sumó Italia, y el que viene lo hará Brasil. Nunca el mundo se sintió un lugar tan impredecible.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Asesinato en Irán + elecciones legislativas en Venezuela | EL MUNDO ESTA...

La Política Exterior Argentina de Alberto Fernández durante su primer añ...