
¿Duque lo hará? ¿Entretendrá a Damocles con un gran banquete hasta que se
corte el diminuto pelo y caiga sobre él la espada? ¿O no hay ningún banquete y ninguna
espada sobre la cabeza de nadie?
El primer día hábil después de asumir la presidencia, Juan Manuel Santos,
tuvo dos reuniones importantes. Una con Néstor Kirchner, entonces Secretario de
Unasur, mediador entre Colombia y Venezuela. Ambos países habían roto las
relaciones diplomáticas por un conflicto fronterizo con Ecuador en 2008. Álvaro
Uribe utilizó esta ruptura para acercarse a Estados Unidos y pretendía que su
sucesor siga en esa línea. Pero éste, no solo se encontró con el Presidente de
Venezuela Hugo Chávez en un santiamén, sino que enseguida reestableció la
relación bilateral. La otra reunión de Santos, fue con los miembros del Poder
Judicial que le cerraron la puerta a la re-reelección de Uribe cuando intentaba
llamar a referéndum para un tercer mandato. La traición fue prontísima y grave.
Probablemente ahora Álvaro Uribe esté mirando para arriba. Justo dos
semanas antes de que su apadrinado asumiera se conoció que la Corte Suprema le
abrió una investigación por fraude procesal y soborno. Enseguida se apresuró a
mandar una carta de renuncia a su cargo en el Senado. Pero vaya uno a saber que
paso en el medio, que se arrepintió y le pidió al Presidente de la cámara que
"retenga sin considerar" su carta de dimisión.
El ex presidente tiene más de 20 causas judiciales. Lo mismo para sus
ministros y su entorno más próximo que están acusados de corrupción, soborno,
fraude procesal, manipular testigos y de mucho más. Su propio hermano, Santiago
Uribe se encuentra preso por homicidio agravado y por tener un rol activo en la
creación de un grupo paramilitar llamado “Los doce apóstoles”. Lo que pase con
esto, podría sin dudas perjudicar al nuevo gobierno.
Ocho años después la situación parece distinta pero con contratiempos. No
pasó ni un día de la asunción de Iván Duque que se conoció un video de la
celebración privada del nuevo partido oficialista. Allí se lo ve a Álvaro Uribe
diciendo que “menos mal” el nuevo jefe de Estado no habló en su discurso de
posesión sobre la consulta anticorrupción prometida en campaña y que ahora lo
compromete.
El miércoles 8, día siguiente y primero hábil de su presidencia, Iván Duque
inició un recorrido por la isla de San Andrés. Desde allí, tuvo que aclarar a
la prensa que ya había llevado al Congreso un paquete de medidas anticorrupción
como lo prometió en campaña. El jueves 9, estuvo en el municipio de Tibú,
región del Catatumbo, donde no pudo escapar al tema Venezuela. Allí confirmó
que su país seguirá denunciando ante la comunidad internacional al régimen
dictatorial de Nicolás Maduro y garantizó que su gobierno no nombrará
embajador.
Hay dos fechas a las que prestarle atención: el domingo 26 de agosto cuando
se lleve a cabo la “Consulta Popular Anticorrupción” convocada por el saliente
Juan Manuel Santos. Uribe y Duque la apoyaron aunque quizá ahora estén algo
arrepentidos. La otra, el lunes 3 de septiembre, día que puso la Corte Suprema
de Justicia a Álvaro Uribe para que se presente a rendir declaración por los
delitos de fraude procesal y soborno.
Puede que ésta vez el ex Presidente confíe en su delfín, o no. La sensación
es que el resto de los mortales estamos pendientes de ver una mínima tensión,
fisura, intersticio, hendidura o lo que fuere. Un mínimo movimiento de ese bendito
pelo de crin de caballo.
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