
Cancillería brasileña, Itamaraty,
de gran prestigio por su firmeza y por lograr sostener sus políticas más allá
de quien gobierne, gozará ahora de nuevos desafíos. Uno, será luchar contra el
predominio de la economía por sobre la diplomacia, con lo cual verá relegado su
poder. Y otra de sus nuevas tareas probablemente sea, al estilo de instituciones
norteamericanas en la era Trump, contener al nuevo mandatario.
En cuanto a la relación con Estados
Unidos se presume que Bolsonaro la tomará como prioritaria. Ya ha dicho lo
mucho que admira a Trump. Contó muy entusiasmado que éste lo llamo la noche
misma de la segunda vuelta. Algunos dudaron de la veracidad pero el
norteamericano, al día siguiente, lo confirmó twitteando sobre la conversación
y diciendo que trabajaran juntos en comercio y seguridad.
El futuro presidente mostró dos puntos de convergencia donde sigue la línea
de política exterior de Estados Unidos. La primera, el traslado de la embajada brasilera
en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Lula da Silva reconoció oficialmente a
Palestina como Estado independiente en 2010 pero ahora Bolsonaro afirma que éste necesita ser un
Estado para poder tener derecho a contar con una embajada.
La segunda, la salida del acuerdo climático de Paris. Bolsonaro, como Trump,
no cree que exista algo llamado cambio climático. Aunque más tarde, el
presidente electo salió a suavizar las declaraciones. Parece que si Brasil se
retira del pacto, perdería certificados internacionales de calidad, que le son
indispensables para que el sector agrícola pueda continuar exportando.
En relación a sus vecinos, y rompiendo con la tradición de visitar
Argentina antes que al resto, se anunció que Chile sería el primer país latinoamericano al que acudirá el futuro
mandatario. Después, desde su entorno se desdijeron, y anunciaron que la
prioridad es armar el gabinete. Hay que tener en cuenta también que habrá
quince días en diciembre en los cuales Bolsonaro necesitará hacer reposo para
una nueva operación.
Es para tener en cuenta la consideración que el futuro Ministro de Economía
Paulo Guedes le da a Chile. Lo muestra como ejemplo de lo que buscará Brasil en
materia económica: lograr principalmente acuerdos bilaterales de comercio y
dejar de lado la multilateralidad que les impone el Mercosur. Pero además,
tienen juntos el proyecto de construcción del “Canal Bioceánico”. Éste es un
tema estratégico para ambos porque se calcula que permitirá reducir, en hasta
tres semanas, el tiempo de transporte entre Asia y Brasil. El trayecto del
canal implicaría la inclusión de territorio argentino y paraguayo. Y, dejaría
de lado otro, que indicaba que el canal pasaría por territorios bolivianos y
peruanos.
El futuro presidente de Brasil presentará para Argentina muchos desafíos. Existe entre ambos países una relación
histórica, que empezó a mejorar con sus regresos a la democracia. En ese
momento se terminaron por fin las hipótesis de guerra entre los vecinos. Fue un
hito la “Declaración de Foz de Iguazú” del 30 de noviembre 1985. Entonces Raúl
Alfonsín y José Sarney sentaron las bases de una relación democrática, pacífica
y de lo que seis años después sería el Mercosur. A partir del 2004 y gracias a
la buena relación que construyeron Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula da Silva
decidieron instaurar esa fecha como el “Día de la amistad argentino-brasileña”.
La importancia de Brasil en el mapa siempre va a ser mayor, tanto por su
ubicación como por su tamaño. Éste tiene casi 209 millones de habitantes contra
poco más de 40 de Argentina. Por eso a lo que debe aspirar el más pequeño es a
jugar en conjunto y que no sea dejado de lado o absorbido por el más grande.
Generalmente, el más grande siempre mira su ombligo y poco le importa quien
está abajo, salvo excepciones.
En el 2000 Fernando Henrique Cardoso reunió a los países vecinos en
Brasilia en la Primera Reunión de Presidentes de América del Sur. Allí lanzó la
Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana
(IIRSA) buscando liderar Latinoamérica. Luego empezó a reclamar un asiento
permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Argentina, crisis de por
medio, miraba desde afuera. Más tarde, llego a la región una nueva ola. Ésta
permitió la revitalización del multilateralismo y una buena relación entre
presidentes con fuertes coincidencias ideológicas. Se trabajó en conjunto por
más de una década.
Con Bolsonaro, y la nueva ola liberal mundial, todo parece indicar que el país
vecino buscará nuevamente caminar solo. En marzo de 2017 Mauricio Macri
presento el “Plan Un Millón”, que tiene como meta incrementar la producción
automotriz y llegar a producir un millón de vehículos para 2023. En julio de
2018 Michel Temer dio a conocer el “Plan Ruta 2030”, con incentivos fiscales y
nuevas reglas también para la industria automotriz. Los expertos dicen que el
programa brasilero está mucho mejor diseñado en relación a los estándares
internacionales que el de Argentina y que puede desviar las inversiones para
allá. Brasil trae nuevos desafíos. Muchos Desafíos.
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