
Este giro en las relaciones internacionales intenta ser, como en los
noventa, pragmático y predominantemente económico. El gobierno muestra tener
una autopercepción de país del tercer mundo pero que, vaya uno a saber porque, debe
relacionarse esencialmente con los grandes del mapa. Como si el éxito fuera
contagioso. Debido a esto había unas pocas premisas a cumplir de manera
urgente: el acuerdo con los fondos buitres era el principal y luego un
realineamiento de las relaciones bilaterales dando prioridad a Estados Unidos y
Gran Bretaña.
Durante el primer año de mandato Mauricio Macri hizo un esfuerzo por
mostrar la nueva imagen viajando a 13 países y realizando 15 reuniones
bilaterales. Recibió la asombrosa visita del entonces presidente Barack Obama a
poco de cumplir los cien días de gobierno y también vinieron al encuentro
François Hollande (Francia), Shinzo Abe (Japón), Justin Trudeau (Canadá),
Matteo Renzi (Italia), entre los más importantes.
Al mismo tiempo que Argentina logra un acuerdo con los buitres que le
permite comenzar a tomar deuda externa, busca mostrarse moderna, convincente, previsible
y adecuada a los tiempos que corren. Se cree que de esta manera se atraerán
inversiones. Pero pasaron cosas.
Donald Trump como presidente de la principal potencia mundial comienza una
guerra comercial proteccionista y con pocos escrúpulos contra las economías más
grandes. Asimismo se encarga de debilitar uno a uno los foros multilaterales
que tanto constaron crear después de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido,
el gobierno argentino supo explotar la relación personal, anterior a la
presidencia de ambos, y el norteamericano siempre atiende el teléfono.
La otra potencia con la cual el país pretendía normalizar relaciones, Gran
Bretaña, se encuentra mirando su ombligo y como va a resolver el embrollo
económico que le generará salir de la Unión Europea. Le podemos sumar a esto,
algunos incidentes entre barcos argentinos y británicos en las Malvinas que el
gobierno de Macri se encarga de minimizar.
Otros conflictos externos que hoy influyen directamente la política
exterior Argentina son la crisis política y económica de Brasil nuestro
principal socio comercial, la apreciación del dólar y la suba de las tasas de
interés.
A principios de este año el Canciller Jorge Faurie hablaba de la “inserción
inteligente” de Argentina en el mundo y destacaba: “Inteligente
es para nosotros la inserción que genera oportunidades; una política exterior
abierta y centrada en nuestros intereses que (…) consolide la presencia de la
Argentina en el mundo, capitalice la relación con cada uno de los países en los
que exista una oportunidad, multiplique las alternativas para llevar nuestros
productos a nuevos mercados y profundice el acceso a los ya conquistados”. También afirmaba que el país se encuentra en
negociaciones comerciales con casi el 50 por ciento del PBI global.
Si nos pronunciamos
sobre números, la inserción productiva de Argentina en el globo es del 0.32 por
ciento del total. Poquísimo. Si el país quiere exportar tiene que fortalecer su
producción interna porque si no ¿qué va a comerciar en el mercado? ¿Sólo
cereales? Y sumado a esto, debe haber consenso social sobre qué modelo de
desarrollo interno se quiere: aperturista o proteccionista, enfocado al mercado
interno o externo. No se puede cambiar el modelo de desarrollo con cada nuevo
gobierno.
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